Para muchos hablar de la Guerra de Malvinas implica hacer lugar a sentimientos encontrados y una mezcla de sensaciones. Cada 2 de abril se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos de la Guerra de Malvinas, un conflicto armado que enfrentó a las tropas Argentinas y Británicas en aquel invierno de 1982.
El 22 de noviembre del año 2000 el Gobierno estableció que todos los segundos días de abril se conmemora a los caídos en batalla. Una cruzada que fue desigual no sólo por las tropas y la tecnología dispares que llevaban ambos países, sino también porque de un lago estaba la nación celeste y blanca tratando de recuperar la soberanía sobre el territorio y del otro el gran imperio defendiendo aquello que habían ocupado hacía ya varias décadas atrás.
Hoy, a 34 años de aquel hecho, es imposible no sentir la piel de gallina cuando las imágenes muestran un campo de cruces blancas en medio de la nada misma, el tintinear de los rosarios golpeando las tumbas de soldados desconocidos y la Virgen de Luján mirando atentamente la escena en el cementerio de Darwin.
El 2 de abril de aquel año, las Fuerzas Armadas Argentinas desembarcaron en las islas, por orden de la Junta Militar que estaba al mando del poder en aquel entonces. La guerra terminó el 14 de junio de 1982, con la imagen de los soldados argentinos cansados, sucios y flacos entregando los fusiles ante las tropas inglesas. Era la rendición.
En ese entonces la guerra acabó con la vida de 649 soldados argentinos, 255 británicos y tres civiles habitantes de las Islas. No sólo fue el principio del fin del proceso militar que había gobernado durante largos años al país, también fue un período para salir de las tinieblas en las que había estado el pueblo argentino.
Pero no todo acabó ahí, luego vino un período de recuperación. Miles de jóvenes de 18 años de toda la argentina que habían sido mandados a Malvinas sin experiencia militar, sufrieron las consecuencias de los veteranos de guerra. Actualmente, a sus 50 y pico de años los ex combatientes recuerdan los años en los que los gobiernos trataron de ocultarlos, porque de eso no se hablaba. Trajeron consigo no sólo dolencias físicas, también psicológicas propias de un estrés postraumático. Perdieron amigos, amores. Perdieron todo. Y les costó mucho recuperarlos. Sufrieron ninguneo, indiferencia y negación.
De un tiempo a esta parte fueron reivindicados, recordados en monumentos, reconocidos con pensiones y subsidios , pero Malvinas sigue produciendo ese no sé qué. Por los que fueron y no volvieron, por los que volvieron y quedaron en Malvinas, por los que hoy siguen combatiendo su propia guerra. Las Malvinas son y serán Argentinas.
Foto: Infonews.