“Me secuestraron”. El mensaje que le mandó el joven prefecto Iván Leiva (24) a su flamante esposa movilizó a la Policía de Corrientes y la fuerza de seguridad federal, que hasta puso un helicóptero para la búsqueda, ante la sospecha de que podría haber sido llevado cautivo a Paraguay. Sin embargo, no había secuestro ni nada parecido: Leiva estaba en un hotel alojamiento.
El alerta fue irradiado a las dos de la madrugada del sábado. Desde la Prefectura se comunicaron con la Policía para que colaborara con las tareas de rastrillaje. Pasadas las cinco de la tarde localizaron la camioneta Volkswagen Amarok azul en la que se movilizaba Leiva, estacionada en un motel situado en el kilómetro 1030 de la ruta 12.
Cuando los agentes golpearon la puerta de la habitación, el cabo segundo estaba solo. Ahora, en la fuerza evalúan sanciones contra Leiba, un joven oriundo de Posadas. Por lo pronto, le iniciaron un sumario administrativo.
“Se desplegó el alerta en toda la provincia, principalmente en el área de la Capital. Fue localizado sano y salvo. Estaba en sus cabales, coherente en sus dichos”, dijo el subjefe de la Policía de Corrientes, comisario general Eduardo Acevedo.
Luego lo trasladaron a declarar a la comisaría 18°, en la causa investigada por el fiscal federal Flavio Ferrini.
El jefe policial añadió que “se había hablado de la posibilidad de un secuestro por personas que se movilizaban en una Renault Kangoo”.
Leiva estaba con licencia por matrimonio (cuentan que se casó hace una semana) y, según las fuentes, debía reintegrarse a la Prefectura el mismo sábado.
Un empleado del motel Hawai, al enterarse del caso por los medios, llamó a la Policía para decirles que el agente estaba alojado allí.
De acuerdo a los medios locales, personal de la Dirección de Delitos Complejos de la Policía secuestró la Amarok y también algunas prendas de mujer halladas en el interior de la habitación.
Mientras Leiva estuvo desaparecido se lanzaron distintas versiones sobre lo que le había sucedido: desde una célula narco del Operativo Sapucay hasta una banda de gitanos. Lo cierto es que ahora el agente deberá dar explicaciones, no sólo a la Justicia y a la Prefectura, sino también en su casa.