La Rioja rememora su cruce cordillerano de la gesta libertadora de San Martín

Publicado el: 2 febrero, 2016

La VII edición de esta cabalgata partirá en vehículos desde la comuna de Vinchina y culminará en el hito fronterizo de Comecaballos, a más de 4.800 metros sobre el nivel del mar (msnm), integrada por un centenar de expedicionarios.

Tras dejar los vehículos, las columnas a caballo y lomo de mula, que portarán banderas argentinas, chilenas y riojanas, atravesarán valles, punas, ríos y altos barrancos, con un imponente escenario de cerros y montañas, en los que predomina el rojo de esta provincia en contraste con el azul de uno de los cielos más diáfanos de Argentina.

Si bien La Rioja es famosa por su altas temperaturas, el trayecto en altura brinda sorpresas climáticas aún en verano, como repentinas nevadas que se prolongan todo un día con fuertes vientos, tras lo cual puede llegar una jornada de pleno sol con quizás 50 grados a la sombra.

A esto se suma la sequedad típica de la provincia, que se incrementa en la montaña y obliga a los foráneos (y también algunos locales) a cabalgar protegidos del sol, bajo sombreros, pañuelos, mangas largas y cubiertos de cremas protectoras y humectantes.

Pero ese marco de gran amplitud térmica, con apunamientos a partir de los 3.000 msnm, se compensa con los paisajes que acompañan al expedicionario desde su partida en los valles bajos de Vinchina, a no más de 700 metros de altura, donde el verde de los cultivos resalta sobre las montañas rojizas.

Luego se entra en la Quebrada del Troya, donde este río se torna meandroso y está bordeado de altos paredones de un marrón intenso, con pliegues de antiguos movimientos tectónicos que le dan un aspecto que justifica el nombre popular que le dieron los lugareños: Chocolate Bariloche.

La ruta 76 que conduce al paso de Pircas Negras hacia Chile, en parte de ripio y en parte asfaltada, continúa en subida y las manadas salvajes de guanacos son reemplazadas por las vicuñas después de los 2.000 msnm, y de a poco se nota la falta de oxígeno en el aire.

Tras pasar el Portezuelo del Peñón, a 4.400 metros de altura, con cerros de un rojo profundo que se alternan con otros de tonos azulados, se desciende unos dos centenares de metros y aparece la majestuosa Laguna Brava, que le da el nombre a esa reserva natural.

Los expedicionarios hacen allí un alto para observar la gran cantidad de flamencos rosados y vicuñas que habitan en torno al espejo de agua salitrosa, en un ambiente desértico con muy pocos matorrales de baja altura, entre los que se puede ver algún zorro.

En Barrancas Blancas, donde se encuentran las instalaciones de Aduana y Migraciones, que antes de la apertura oficial del mencionado paso a Chile eran utilizadas por los expedicionarios como barracas para pernoctar, la columna se aleja de la ruta nacional hacia el Refugio Comecaballos.

Al igual que en las ediciones anteriores, la logística de la travesía involucrará a Gendarmería, Defensa Civil, Bomberos Voluntarios, Policía Especial para Alta Montaña y personal de Salud, entre otros, y cerca de 50 vehículos 4×4, en condiciones de acompañar a las cabalgaduras por la montaña.

También participarán baqueanos de la zona, que brindarán su apoyo con el aporte de los animales y su conocimiento de la zona y experiencia, que resultan indispensables para el éxito de la travesía.

En el puesto de Barrancas Blancas se sumarán a la expedición autoridades chilenas de la Quinta Región de Atacama y de las ciudades mencionadas, que cabalgarán o recorrerán en vehículos el último trecho hasta el límite junto a los argentinos.

El último día, la caravana partirá del Refugio Comecaballos y hará el ascenso final hasta los 4.800 metros, en un camino sinuoso junto al río, en el que cruzará espacios de nieves permanentes y penitentes en las laderas cercanas.

Al arribar al hito, funcionarios, militares, representantes religiosos e invitados participarán de un acto conjunto de homenaje a los expedicionarios, y de hermandad en conmemoración de la gesta libertadora, una misa y se entonarán los himnos nacionales de ambos países.

La expedición al mando del riojano Nicolás Dávila y el uruguayo Francisco Zelada, estaba compuesta por milicianos sin preparación militar y realizó el cruce por instrucciones del General San Martín, para liberar Huasco y Copiapó y así aislar a los españoles que luego serían derrotados por el Ejército Libertador en la Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817.

Fuente: Telam

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San Martín 462