“Hoy puedo decir que mi hija va a descansar en paz. Ahora le voy a poder contar un día la verdad a mi nieto mayor, que todavía no sabe nada de esta situación. Barrionuevo dejó sin madre a su hijo de seis meses. Hoy se supo la verdad, que mi hija no se suicidó, la asesinó Barrionuevo”. Estas fueron las primeras palabras de Rosa Sosa minutos después de escuchar la condena a prisión perpetua contra el asesino de su hija.
El policía Sergio Edgardo Barrionuevo fue condenado a prisión perpetua por el crimen de su pareja, Alejandra Acosta, quien también era empleada de la fuerza. La pareja tenía un hijo de seis meses cuando ocurrió el brutal crimen, el 1º de abril de 2013 en la casa en que residían en Banda del Río Salí. Barrionuevo habría inmovilizado a Acosta tomándola desde atrás y reduciéndola con el brazo izquierdo, mientras que le disparó con un arma de fuego nueve milímetros que empuñaba con la mano derecha.
El juicio estuvo a cargo de la Sala IV en lo Penal. Durante el debate, la defensa del uniformado sostuvo que se trató de un suicidio, pero los peritos de partes que presentaron para demonstrar esa hipótesis fueron cuestionados al punto que se solicitó al tribunal que investigue si uno de ellos no incurrió en el delito de falso testimonio. También quedó establecido que la escena del crimen fue modificada por el imputado para modificar la escena del crimen. Testigos afirmaron que Barrionuevo frecuentemente golpeaba a Alejandra y bajo amenazas de muerte evitaba que lo denunciara o se fuera de la casa.
“Estoy un poco más tranquila porque cierro un gran dolor que tenía porque es muy triste para una madre que digan que tu su hija se quitó la vida. Ella nunca lo hubiera hecho porque tenía muchas cosas por las cosas por las que vivir, como sus hijos, sus padres, sus hermanos y el resto de su familia. Gracias a todos los que lucharon para que se haga justicia. Sólo al que le pasa esto sabe lo que le pasa por dentro”, concluyó Sosa.
El día del hecho tuvieron una discusión violenta y Barrionuevo le disparó con un arma de fuego a la altura del cuello. Este trató de adulterar la escena para sostener la versión que se trataba de un suicidio. Habría contado también con la colaboración de familiares -el padre es policía retirado y fue comisario-, que llegaron a la casa antes de dar aviso a la propia policía. Esta maniobra quedó desarticulada por la acción de familia de Alejandra, que desde un primer momento supo y denunció que se trataba de un femicidio.