Sergio Silva-“A tu hijo lo vamos a matar”. La amenaza se cumpliría indefectible en el tiempo. La muerte de un policía de apenas 23 años luego de 10 días de agonía en el hospital Centro de Salud dejó en grado de conmoción no sólo a una familia sino también a una sociedad que intenta sobreponerse a la violencia que suele aflorar a diario en Tucumán.
Maximiliano Santana pertenecía a la Policía de Seguridad Aeroportuaria en el momento en que disputaba un partido de fútbol en el complejo Muñoz que terminaría siendo fatal. Inesperadamente, el resultado de un juego entre dos equipos torcería para siempre su destino. Así de absurdo. Cuando Santana quiso defender a su hermano en una discusión fue rodeado por un grupo que terminaría atacándolo de la manera más cobarde. Uno fue el que hundió el puñal en el pecho antes de que todos escaparan. Hemanos todos e hijos del que oficiaba como “arbitro” del partido: un tal “Sucio Pedro”. Algunos de ellos, según afirma la policía, con antecedentes. El considerado autor material del hecho, de otra muerte, aunque parezca mentira. El sospechoso estuvo preso hasta hace poco tiempo luego de haber perpetrado un asalto que terminaría de la peor manera. La víctima, que padecía asma, perdió todo lo que tenía para perder: el delincuente le quitó el broncodilatador, un aparato que utilizaba por su afección. El memorándum policial indica que la víctima sufrió un ataque tras el hecho “por lo que fallecería”.
El joven en cuestión, es conocido con el apodo “Cayaguatá”, tiene apenas 19 años y está imputado desde el momento del ataque junto con sus hermanos mientras transcurrieron esos diez días de agonía prolongada para el policía internado. “A tu hijo lo vamos a matar”, le advirtieron al papá de Maximiliano en el momento en que lo rodeaban para asestarle el puntazo.
La investigación de la causa, en manos de la fiscal Mariana Rivadeneira caratulada como lesiones agravadas, cambió en la madrugada de este miércoles a homicidio.