Por Sergio Silva Velázquez-Ni una ni dos. Darío Suárez hacía malabares para compartir su intimidad al menos con cuatro mujeres de manera alternativa. Con tres de ellas tenía hijos en común. Su esposa, quien al parecer, estaba al tanto de las aventuras del inquieto hombre. Con la hermana de la esposa, con quien tiene también dos hijos que, si bien no compartían el mismo techo, todo indica que podían convivir de manera insólita.
La tercera mujer era una vecina de 26 años que vive a pocos metros de la casa de Súarez, a quien también veía regularmente y con quien tenía un hijo. Es la mujer de la cual se sospecha, Daiana habría tenido una fuerte pelea por razones que los pesquisas están indagando.
La otra pelea que intentan dilucidar los investigadores es la que podría haber sucedido en la calle-más precisamente en la esquina de Jujuy y San Lorenzo-de acuerdo con un testigo de identidad reservada, -que asegura haber visto a Daiana, en compañía del sospechoso, la misma tarde del sábado 6 de Mayo. El presunto testigo, según confirmó el abogado Sergio Pérez, es un joven estuvo presente en la marcha del último martes por la tarde. El peor de los escenarios imaginados es el que tiene también a Fabián “Sapo” Pacheco y Juan Mátar, los otros mencionados en el caso, como quienes lo secundaron en un ataque consumado en un lugar que aún se investiga.
Los rasgos de un manipulador?
A medida que avanza la investigación, los pesquisas quedaron sorprendidos por el hermetismo asumido por el sospechoso quien niega permanentemente cualquier vinculación con el caso. Pero también se sorprenden por la complejidad de una personalidad que definen como de una manipulación permanente para poder manejar cada una de las situaciones surgidas en el terreno sentimental.
Incluso, según confirmó una fuente de la investigación al autor de estas líneas, el sospechoso tenía la costumbre de seguir contactando a mujeres a través de mensajes que enviaba a un programa de radio. “A las chicas que me quieran conocer manden mensajes”, envió Suárez en varias ocasiones haciendo la eventual distinción “si eran morochas” o “si eran rubias”, dejando consignado su número de celular, donde recibía los mensajes esperados. Estos datos pudieron ser descubiertos gracias a las pericias que realizaron los policías del teléfono celular del acusado al comienzo de la investigación. Allí aparecen además las comunicaciones frecuentes que Suárez tenía con Daiana Garnica.
La familia de la adolescente desaparecida, veía con cierta preocupación la confianza de Suárez que vive justo en diagonal a la casa humilde que tienen los Garnica en el asentamiento en el que viven en Alderetes. Pero aceptan que formaba parte del círculo de confianza familiar, al punto de que compartían regularmente festejos o reuniones. El celular del hombre fue lo que dio comienzo a la pesquisa. El último de los mensajes, precisamente, recibido por Daiana, hace alusión a encontrarse en un lugar “para que le ayudara a elegir un regalo a la madre”. Lo extraño es que, según Carmen, la madre de Daiana, Suárez no tiene madre.
Los vaivenes de su comportamiento llevaron al fiscal Claudio Bonari a solicitar un perfil psicológico para el principal acusado que se niega a hablar de lo que pudo haber pasado la tarde del sábado en que desapareció Daiana.