Mauricia, la polémica maternidad a los 64 años que conmueve al mundo

Publicado el: 14 marzo, 2017

Gabriel y María de la Cruz duermen tranquilamente en sus cunas. Este martes cumplen su primer mes de vida y su madre, Mauricia Ibáñez, recuperada ya de la cesárea, los observa durante unos segundos en silencio. “Todo ha valido la pena”, sentencia inmediatamente tras levantar la vista de los niños: “Los errores, los enfados, la inseguridad…”. “Son un don. Son un regalo. Son un milagro”, repite esta exfuncionaria del Ministerio de Asuntos Exteriores, sentada en una habitación del pequeño hospital privado Recoletas de Burgos. Aquí, el pasado 14 de febrero dio a luz a los dos bebés. Y lo hizo pese a su avanzada edad: 64 años. Y tras someterse a un tratamiento de fecundación en los Estados Unidosdespués de que la Junta de Castilla y León le retirara en 2014 la custodia de su primogénita por desamparo.

La noticia ha generado una enorme polémica. Por la edad de la madre, por la retirada de la custodia de la primera hija y porque Mauricia fue incapacitada laboralmente por un trastorno psicológico. El debate se ha abierto entre los que destacan el carácter de proeza científica al servicio del deseo y libertad de ser madre, y los que consideran que haber permitido este caso constituye una irresponsabilidad.

“He decidido volver a ser madre porque la experiencia de tener a Blanca, mi primera hija, fue tan estupenda que yo me planteé: ¿Y si puedo tener más?”, explica esta vecina de Palacios de la Sierra, un pequeño pueblo de apenas 750 habitantes a unos 70 kilómetros al sureste de Burgos. “Además, no me preocupa en absoluto la edad. Es cierto que soy mayor, pero ha sido posible quedarme embarazada. La ciencia y la medicina son la última oportunidad que tenemos las personas mayores”, subraya Ibáñez, que dio a luz a su primogénita con 58 años. “Un hombre de 65 años puede tener hijos perfectamente, pero lo que se cuestiona es que lo haga una mujer… ¿Por qué?”.

Las razones de la mujer

“Tuve a mi niña y ahora la vida me ha dado por segunda vez la oportunidad de tener otros dos hijos”.

“Cuando me quedé de nuevo embaraza, me decían: ‘¿Qué has hecho, Mauri?’. Y yo les respondía: ‘Lo que está hecho”.

“Este milagro se ha producido gracias a la ciencia y a la medicina”.

“En el pueblo me preguntaban por qué me habían quitado a la niña y yo no sabía que contestarles”.

Mauricia se siente juzgada por mucha gente desde hace “bastantes años”. Pero no le importa. Solo tiene ojos para sus hijos. “¿Pienso en que se pueden quedar huérfanos? Sí, pero no lo quiero pensar. Si hubiese pensado en ello, quizás no hubiese tomado la decisión”. Gabriel fue el primero en nacer. Vino al mundo a las 16.08 y pesó 2,240 kilos. Un minuto después, lo hizo María de la Cruz, con 2,200.

Descendiente de una familia adinerada —su padre era propietario de una empresa maderera—, cuenta que de joven “no estaba segura de querer ser madre”. “Estaba destinada fuera y viajaba mucho”. Fue hace una década cuando lo decidió. En ese momento ya se encontraba incapacitada laboralmente por un trastorno paranoide de personalidad. Y su hermana recurrió a los tribunales para intentar que la declararan en “estado de incapacidad total”, con el objetivo de que le retiraran el pasaporte y le prohibieran viajar al extranjero, donde había iniciado un tratamiento de fertilidad. Pero el juez rechazó la demanda después de que los psicólogos concluyeran que su estado “no le impide cuidarse de sí misma, ni cuidar de un niño”. “No le impide ejercer funciones maternales”, apostillaron los técnicos en sus informes.

Entonces, en 2011, nació Blanca. La niña vivió con ella en Palacios de la Sierra hasta que la Junta logró que un magistrado le retirara la custodia. Según recoge la sentencia de la Audiencia Nacional, los servicios sociales determinaron que la menor sufría “cierto aislamiento”, que residía en una casa “sin las condiciones higiénicas mínimas y saludables”, que “vestía de forma inadecuada” y que la madre no la había escolarizado “pese a las indicaciones realizadas por los profesionales”. Toda una serie de argumentos que rechaza Ibáñez. “¿Desamparada? Pero si yo estaba con ella siempre. Éramos uña y carne”, aclara la sexagenaria, antes de negar las acusaciones y afirmar que no mandó a la pequeña a la escuela porque “solo” tenía tres años: “Y en España no es obligatorio hasta los seis”.

Tras la decisión del Gobierno regional, la alcaldesa de Palacios intervino y envió una carta donde relataba que Mauricia contaba en el pueblo con el apoyo familiar suficiente para atender a su hija, que fue entregada por servicios sociales a una prima de la menor que reside en Canadá. “Fue terrible. Llegaron cuatro guardias civiles y me la arrancaron de los brazos. No puede ser que puedan venir a tu casa a llevarse a tus hijos. O haces lo que los servicios sociales dicen o se llevan a tu hija”, denuncia la madre.

¿Teme que le retiren ahora la custodia de Gabriel y María de la Cruz? “Claro que me preocupa que me puedan quitar a los niños. Los ves tan indefensos, tan delicaditos… Tengo un poco de miedo por ellos. Solo le pido a Dios que no caigan en manos de los servicios sociales”, responde Ibáñez, que durante un año y medio estuvo trasladándose a Estados Unidos para someterse a este último tratamiento de fertilidad. En total, cuatro viajes de ida y vuelta. “He tenido que salir fuera. A un país donde las clínicas no ponen límite de edad”.

Fuente: El País.

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