El juez Juan Ramos Padilla dictó la pena solicitada por la fiscalía, que había pedido poner fin a la impunidad del hombre que gobernó la provincia de Tucumán durante doce años por el peronismo, entre 2003 y 2015. “Alperovich no la quería para trabajar con él. La quería para la cama. El concepto es primitivo. Manda el señor feudal. Al gran mandón no se le discute. Se hace lo que quiere”, dijo el fiscal Sandro Abraldes en su alegato final. “Este juicio es un juicio sobre la impunidad del poder. Ella estaba en un escenario de sometimiento. En una situación de cautividad”, agregó Abraldes.
Alperovich sostuvo siempre su inocencia y acusó a la víctima de mentir para destrozar su carrera política. “Este es un juicio inventado, armado, donde claramente les voy a explicar que hubo un móvil económico y político, de eso no tengo dudas”, se defendió el exgobernador una semana atrás. Este martes tuvo la oportunidad de pronunciar sus últimas palabras frente al juez, pero declinó hacerlo. Horas más tarde escuchó el veredicto de culpabilidad rodeado por sus cuatro hijos, quienes lo acompañaron durante todo el juicio.
“Fue un mensaje muy importante en contra de la impunidad”, declaró la portavoz de la denunciante, Milagro Mariona, tras conocerse el fallo.
Según la denuncia, los primeros abusos sexuales tuvieron lugar en la vivienda de Alperovich en Buenos Aires a finales de 2017, poco después de que la víctima empezase a trabajar como asistente del entonces senador. La situación empeoró con el correr de los meses y en territorio tucumano, durante el primer trimestre de 2018.
La víctima tardó más de un año en romper el silencio sobre el infierno que había atravesado. “No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual”, decía la carta pública con la que denunció a su tío por abuso sexual a finales de 2019.
La denuncia pública obligó a Alperovich a dar un paso al costado como senador y sacó a la luz situaciones de acoso que habían sufrido varias mujeres con él. Ocurrieron en los años en los que se sentía intocable porque hacía y deshacía a su antojo en Tucumán.