La jueza María Eugenia Capuchetti ordenó este miércoles una cuarta detención en el ataque a Cristina Kirchner: el nuevo arrestado es Nicolás Gabriel Carrizo, el jefe del grupo de los “copitos”, confirmaron fuentes de la causa. La decisión se tomó en las últimas horas, en base a nuevas pruebas encontradas aportadas a la causa.
Todo indicaría que se trata de una estructura que habría tenido la planificación del atentado a la vicepresidenta.
El celular de Brenda Uliarte resultó ser una prolífica fuente de información crucial para la causa en la que se investiga el atentado a Cristina Fernández de Kirchner. De los diálogos que mantuvo con su novio, Fernando Sabag Montiel, el hombre que apuntó a centímetros de la cabeza de la vicepresidenta, surge que hubo al menos un intento previo de asesinarla en las cercanías de su vivienda en Juncal y Uruguay, que ellos mismos decidieron interrumpir. Fue el 27 de agosto, el día que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta puso vallas en la cuadra y a la noche CFK dio un discurso sobre un pequeño escenario montado un rato antes. El plan original de la “banda de los copitos” pareciera que era cometer el magnicidio cuando ella salía a hablar.
“No, no es que se de cuenta, el tema es que hay un cámara de C5N y hay poca gente, y la gente se está yendo, y el momento es ese, ahora ya es tarde, o sea son las 12 y ella salió a esa hora y era a esa hora, o sea el escenario era con ella porque le habrán seguido. ¿Entendés? Después vamos a ver en la tele a ver qué pasó porque cuando ella se metió, la siguieron y ahí tendría que haber sido”, dice un mensaje de Sabag Montiel a Uliarte, al avisarle que la vicepresidenta había entrado a su casa.
Hay otro mensaje, también del hombre hacia ella, muy elocuente: “No, ya se metió adentro y el escenario del anfiteatro lo sacaron. Le toqué la espalda a Axel Kicillof y se metió en un Toyota Etios eh y se fue, un quilombo. Ella está arriba pero no creo que salga así que ya fue, deja, voy para allá, quedate ahí. No traigas nada”.
Todo hace pensar que iban con la idea de disparar ese día, el sábado 27 de agosto, pero llegó una gran cantidad de gente y quedaron a cierta distancia que no tenían prevista. También da la impresión de que Uliarte llevaba el arma, en especial por la última frase: “no traigas nada” y que tenía dominio sobre la situación y sobre el agresor. Pero aún todo está bajo análisis. El día que finalmente Sabag Montiel trató de matar a la vicepresidenta, y cuando lo atraparon militantes que estaban allí, Brenda se retiró de la escena haciéndose la distraída. Estaba muy cerca de él, pero no reclamó a la policía ni dijo una sola palabra. Las imágenes la muestran con su pelo rojizo amarrado en un rodete, ropa negra, zapatillas blancas y una bolsa blanca también en la mano. Esa bolsa fue hallada después en la casa de su expareja, donde fue a dormir aquella noche. El arma que sostenía Sabag se había caído al suelo en el momento en que lo atraparon y quienes estaban en la movilización lograron agarrarla y dársela a la policía. En la bolsa había un paraguas. Está siendo peritada para verificar si, efectivamente, la Bersa calibre 32 estaba allí.
También llama la atención la referencia de Sabag Montiel a Kicillof, que casualmente ese día era monitoreado por la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, que salió a reprimir, que también hizo espionaje y que reportaba en sus comunicaciones: “Se hizo presente el gobernador de la provincia”; “El gobernador es un manifestante más. Vamos a trabajar con el personal urbano de la manera correcta, está formada la línea y vamos a aguantar”. Los uniformados estaban enfocados en que podían llegar a detener a funcionarios, como Kicillof, pero no a quienes estaban cerca de ellos, como Sabag Montiel, que nada tenía de manifestante en apoyo a la vicepresidenta. Del mismo modo marcaron al Andrés “Cuervo” Larroque y a Máximo Kirchner, quien incluso fue agredido física y verbalmente por agentes.
“Pongamos una molotov”
La extracción y análisis de la información del celular de Brenda fue central. Como había revelado Página/12, había más mensajes de suma relevancia pero en este caso emitidos por ella misma: “Tenemos que pasar a la acción, pongamos molotov en la Casa Rosada”; “tenemos que generar hechos, no protestas”. Este diario también informó que en algunos de los celulares analizados, de la banda de copos de azúcar, aparecía interacción con grupos Telegram y Whatsapp de organizaciones radicalizadas, de ultraderecha y antigobierno. Todo parece indicar que la mujer le daba indicaciones, arengaba o guiaba a Sabag Montiel. La ubicación de los celulares confirma que estuvieron juntos todo el 1 de septiembre, día que Sabag intentó gatillar y fue detenido, y en días previos también.
Ahora la jueza ordenó nuevamente secreto de sumario en el expediente, ya que se estarían llevando adelante nuevas medidas vinculadas con estos hallazgos del celular de Uliarte y otros, con la planificación del atentado y también la participación de otros integrantes del grupo. Esta misma semana Uliarte y Sabag Montiel serían procesados por tentativa de homicidio agravado, con premeditación y alevosía, además de la tenencia ilegal de arma y municiones.
Mientras tanto, busca reconstruir cómo actuó el grupo (de por lo menos cinco personas más, además de la pareja) con el análisis de imágenes, llamados y geolocalizaciones. Gabriel Carrizo –el dueño del supuesto negocio de los algodones de azúcar– tendría un papel relevante en las comunicaciones. Está pendiente la reconstrucción exacta de quiénes estuvieron en Recoleta los días previos y el 1 de septiembre. Es algo que está en pleno estudio, lo mismo que la relación de todos ellos con organizaciones de ultraderecha, con sesgo neonazi, algunas de las cuales montaron movilizaciones violentas contra el gobierno en los últimos meses. La más resonante es Revolución Federal: Brenda Uliarte estuvo con ellos en la marcha de antorchas frente a la Casa Rosada, desde donde pedía en su cuenta de Instagram que fuera más gente. “Al kirchnerismo cárcel o bala”, preanunciaba un cartel en aquella movilización, que en ningún momento fue dispersada por la policía porteña que días después actuaría con ímpetu frente a la movilización pacífica en apoyo a CFK.
En la edición del domingo último, Karina Micheletto menciona grupos ligados como Republicanos Unidos, Somos Libres, Equipo Republican (ligado a los “halcones” PRO), la agrupación Campo + Ciudad, vinculada al exministro de Agroinustria Luis Miguel Etchevehere. Revolución Federal es de los mas nuevos. Sus miembros y agitadores suelen tener como referentes a Javier Milei, José Luis Espert, Ricardo López Murphy y Patricia Bullrich. Página/12 también informó que dos días antes del atentado dos jóvenes de Revolución Federal –Leonardo Sosa y Gastón Guerra– estuvieron en la casa de “la vecina de Cristina”, Ximena de Tezanos Pinto, en una supuesta reunión “para hablar de política e intercambiar ideas”. La abogada de esos jóvenes, Gladys Egui, le alquila una habitación a Tezanos Pinto. Demasiada coincidencia para ser todo casualidad, en un lugar claramente estratégico. Más aún teniendo en cuenta que para la jueza y el fiscal Carlos Rívolo ya está claro que hubo inteligencia previa sobre los movimientos de Cristina Fernández de Kirchner, su custodia y lo que ocurría alrededor.
Egui representa a Sosa en una causa por resistencia a la autoridad ya que el día que el fiscal Diego Luciani pidió 12 años de cárcel para la vicepresidenta fue a festejar a la esquina de su casa y se trenzó con gente que estaba allí para apoyar a CFK. Guerra, también ligado al grupo “Nación de Despojados”, fue detenido por golpear la camioneta de Sergio Massa y agredir a un cronista de C5N.
Nuevo testimonio
Un testigo que se presentó en la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) y que dijo haber estado muy cerca de Sabag Montiel en el momento en que quiso gatillar, declaró ante esa fuerza que después de su primer intento de disparo, lo vio empujar la corredera de la pistola hacia atrás como para colocar una bala en la recámara, pero la maniobra quedó trunca porque los manifestantes lo vieron apuntar y lograron agarrarlo hasta llevarlo con la policía. El testigo dijo que advirtió que Sabag trataba de lograr disparar. Como se determinó con posterioridad, el arma estaba apta para disparo pero la bala no había ingresado a la recámara. Tenía cinco balas. El testimonio en cuestión fue enviado al juzgado para que sea incorporado y podría complicar la defensa del agresor.
Este fin de semana se conoció un video de Sabag Montiel obtenido de su propio teléfono donde se lo ve exhibiendo cómo manipula la pistola Bersa. Ya se habían conocido fotos empuñando el arma, tanto de él como de Brenda que la mostraba calzada en su cintura. El criminalista Raúl Torre le dijo a este diario, “en base a la evidencia que se conoce hasta el momento”, Sabag “podía conocer como se accionaba el sistema de disparo, pero eso no quiere decir que tenga una destreza como la de un aficionado o alguien que usa un arma para su trabajo”. Incluso, señaló, “se podría pensar que esperaba recibir el arma preparada como para el disparo, es decir, o bien actuó con torpeza o le entregaron el arma; es posible que haya querido accionar nuevamente la corredera”. “No tengo ninguna duda –dijo– de que el gesto que hace Sabag Montiel es el de efectivizar el disparo, vi muchas veces el video para analizar eso. Él mismo se ha sorprendido porque el disparo no salió. Es un hecho bizarro, mi impresión es que querían cometer este homicidio para trascender de alguna manera, es mi visión”.